martes, noviembre 13, 2018

Mamá, estoy germinando limones. Te acordás que en la patio de casa habías plantado un naranjo y un mandarino? Bueno, yo empece por los limones, pero también voy a tener naranjas y mandarinas. ¿Seguirán esas plantas en donde las plantaste?.
Ah, porque no te conté, pero vendí la casa. Con un apretón en el pecho que confundía dolor con esperanza de futuro. Quizás porque era abandonar simbólicamente la infancia. Eso de dejar de ser hija para pasar a ser mamá. Desatar todo lazo con lo que fui, y sigo siendo, por mas que no esten los simbolos fisicos. Porque será que siempre le di tanta importancia a las pequeñas o grandes cosas materiales que significan algo para mi. Desde un pañuelito bordado a una casa.
Y aca estamos, en una casa hermosa, en donde Gabi es feliz con sus espacios, su rutina, su pasto...
Y yo... si, soy feliz. Pero no logro que la casa tenga ni olor de hogar ni belleza de revista. Y sé, como siempre, que es mi interior que se esta reflejando en el exterior. Y mientras no me llene internamente de flores y olor a pan recién horneado no podre dar un hogar así.
Será que la vida de a tres tambalea.
¿Porque te separaste de papa?. La historia de que entro a la casa con zapatos sucios cuando vos recién habías limpiado el piso ya es medio difusa.

No hay comentarios.: